La mayor parte de las personas que vienen a consulta hablan de las historias de la infancia, de la relación que han tenido con su madre o con su padre. También la mayoría son historias de dolor, de abandono, de secretos, de violencia.
Cuando comenzamos a trabajar con esas historias, la propuesta es siempre tomar a esas personas que nos dieron la vida. Y suele haber resistencia. Porque muchos creen que “tomarlos” significa decirles cuánto los amamos, abrazarlos, pasar tiempo con ellos.
Tomarlos significa incluirlos, entender que estamos en esta vida por ellos. Nos han dado lo más importante que tenemos, nuestra vida.
Si podemos estar en comunión con ellos, comprendiendo que han hecho lo mejor que han podido, con las herramientas que tenían en aquel momento y con el nivel de consciencia que podían, nos hará muy bien.
Ahora, qué sucede cuando no podemos? Cuando es imposible el acercamiento y el vínculo de amor? Podemos trabajar en esto. Es tiempo de entender que no necesitamos seguir juzgándolos, exigiéndoles o rechazándolos por aquello que hicieron o no hicieron. Porque el hecho de no incluirlos en tu vida, te lleva a tener un presente de conflictos. Podrías estarte sintiendo fuera de la familia o del grupo de amigos; sintiendo que te dejan de lado. O te podría estar costando tener relaciones que perduren en el tiempo, donde te sientas traicionadx.
Tomar a tus padres y darles el lugar, te habilita a tomar también tu lugar de hijo y así dejar de sentirte por fuera en tus relaciones y en tu vida.