Biológicamente, la nariz hace referencia al reconocimiento que uno tiene de sí mismo; pero también demuestran problemas para respirar y, por ende, para sentir, apreciar y comprender la vida con claridad y quietud. Siempre, el miedo está vigente como activador del síntoma.
Los senos paranasales y la mucosa nasal se afectan cuando alguien o algo de nuestro ambiente frecuente nos irrita o produce malestar. Pueden ser percepciones que nos crean inseguridad, sin saber bien los motivos.
Con la sinusitis, los senos se taponan y no cumplen su función, no dejando que respiremos con naturalidad y oler lo que nos rodea. Debemos preguntarnos qué cosas o a qué personas necesitamos alejar o quitar de nuestra vida para poder respirar nuevamente con normalidad. La obstrucción nos lleva a sentirnos literalmente congestionados. Nuestra capacidad para entender las cosas se ve reducida. El mal aliento que por lo general se presenta con la sinusitis demuestra cómo esa obstrucción nos transporta a una incuestionable incapacidad para considerar y proceder, dejando que nuestros pensamientos queden en la boca, donde se descomponen porque no hallamos la forma de expresarlos.
Emocionalmente, siempre hay contextos que vivimos con miedo. Percibimos una intimidación que posiblemente no sea manifiesta. Lo que nos genera intranquilidad es la cercanía de algo o alguien que intuimos como peligroso.
Es muy importante que puedas tomar consciencia de este conflicto, para integrarlo y a partir de entonces, iniciar la búsqueda de su origen.
Recordá siempre que no estamos reemplazando ningún tratamiento psicológico o médico que estés realizando.