Existen diferentes conflictos que nos generan aumento de peso.
Abandono: La sensación de peligro activa el cortisol, que produce aumento de peso. Por otra parte, se suelen cerrar los conductos renales, generándose sobrepeso por retención de líquidos y a veces, cálculos renales.
Defensa o ataque y huida: la forma masculina, hormonalmente debido a la testosterona, predispone a la defensa y al ataque. Responde al abandono acumulando grasa, simulando fortaleza, incrementando su tamaño para asegurarse la protección. La actitud femenina, hormonalmente debida estrógenos predispone a la huida. Frente al abandono y peligro la respuesta biológica será pasar desapercibida para poder huir con rapidez. La grasa funciona como reserva para la carencia.
Lactancia trunca.
Identidad: quién soy, dónde coloco mi identidad, en mí o en el otro. Para visibilizarme, formo la identidad a partir de la mirada de mis padres. También las lealtades familiares inconscientes harán que si en una familia, los padres o adultos poseen sobrepeso, los niños se mimetizarán –de forma inconsciente- para ser admitidos e integrados.
Rechazo al contacto sexual.
Conflicto de silueta: cómo me veo. Hay una desvalorización estética en la que nos ratificamos cada vez que nos miramos al espejo porque no nos gusta lo que vemos. Esto induce a que el páncreas segregue glucagón, que genera una caída de azúcar en sangre. Esto provoca más hambre, incrementando las ganas de comer. El conflicto de silueta genera impotencia, desvalorización, pesimismo y baja autoestima.
Conflicto con la palabra: las madres a veces programan “si comés, te calmás”. Hay también una necesidad de mamá, de vincularnos con ella.
Es muy importante que puedas tomar consciencia de este conflicto, para integrarlo y a partir de entonces, iniciar la búsqueda de su origen.
Recordá siempre que no estamos reemplazando ningún tratamiento psicológico o médico que estés realizando.