Sí, las historias familiares las heredamos, nos llegan y nos habitan.
En el instante de nuestra concepción, se unen las líneas clánicas de nuestra madre y nuestro padre y nos es transmitida mucha información a esas primeras células que hemos sido.
No sólo las características físicas nos llegan, sino también las maneras de ver la vida, de sentir, de enfermarnos. Nos alcanzan las historias no resueltas, los duelos no realizados, las tensiones del sistema familiar por aquellos que no han sido incluidos o no han sido aceptados.
Es necesario para liberar esa tensión que terminemos algunas historias para poder avanzar en la propia vida.
Nuestro árbol genealógico intenta dar luz a los programas inconscientes que nos tienen prisioneros por redes familiares que se van transmitiendo de una generación a otra, creencias, secretos, juicios, memorias de dolor, de escasez, de sufrimiento, los silencios, abusos.
Esas repeticiones se repiten porque es energía que no ha sido liberada, por eso a través del transgeneracional podemos tomar consciencia de esos programas para que sean reparados y poder avanzar libres por nuestra vida. Podemos descubrir nuestras heridas, cuándo se originaron y aprender qué herramientas utilizar para sanarnos.
Repetimos nombres, apellidos, apodos, profesiones, dolores, enfermedades.
Te habías dado cuenta de todo eso que llevamos y no nos pertenece?