Ya hemos hablado en varias oportunidades de los nombres.
En los nombres se esconden secretos.
Es importante saber quién de nuestra familia nos nombró, ya que el que nombra, toma poder sobre el nombrado.
El nombre que nos es dado se asemeja a un archivo del GPS que nos muestra caminos digitalizados y guardados en la memoria familiar.
Al nacer, nos instalan el archivo y vamos vagando por el mundo por rutas más o menos ásperas y escabrosas, pero nos sentimos tranquilos, porque ya fueron dibujadas por el sistema operativo del árbol. Cambiarnos de nombre, si así lo necesitamos, es lanzar el GPS por la ventana y comenzar a transitar nuevos caminos, conquistar regiones no archivadas por nuestro árbol. Es comprometernos con nuestro propio destino.
El nombre es un enérgico identificador simbólico de nuestra personalidad, un amuleto o una cárcel que nos frena para ser y crecer.
Nuestro nombre es repetido cada día de nuestra vida. Es nuestra identidad.
Si tu nombre te representa y te genera identidad, bienvenido. Si por el contrario, no te gusta porque sentís que no tiene que ver con vos, podés elegir otro.
Si te interesa saber más sobre los nombres que llevamos, comunicate conmigo. Si te resuenan estos conceptos y querés que te acompañe en sesiones de biodescodificación, Constelaciones Familiares y Genograma, hablame por privado, o al wpp 113107 4364