Cuando amamos la energía está puesta en la libido. Al perder lo que amamos, esa energía de amor, queda liberada. Vuelve de forma transitoria hacia nosotros. En un comienzo se pierde el interés en el afuera, ya que la libido está en el yo, para luego ser depositada nuevamente en el afuera. Es una experiencia dolorosa que nos lleva a adaptarnos a la nueva situación. Los duelos se refieren a las pérdidas. Podemos perder a una persona a quien amamos porque partió de este plano, porque terminamos una relación; también podemos hacer el duelo de cualquier otra cosa que signifique para nosotros una pérdida. La muerte de un animalito de compañía, la pérdida de un trabajo. Cualquier situación que para nosotros signifique estar perdiendo aquello que sentíamos propio. Se transforma en patológico cuando se eterniza, cuando no se puede sustituir el objeto perdido. La libido queda anclada en ese objeto que se perdió. No falla el juicio de realidad pero sí el intento de reemplazarlo.
El tiempo sin dudas es muy importante para ir transitando estas etapas del duelo, lo que sí es fundamental tener presente es que los duelos se atraviesan en soledad y con dolor. Lloramos nuestra pena, nuestro dolor y solo nosotros sabemos lo que esto quiere decir.
Recordá siempre que no estamos reemplazando ningún tratamiento psicológico o médico que estés realizando.
