El primer paso para sanar, es tomar consciencia de nuestra herida y de nuestro dolor. A través del conocimiento de nosotros mismos, aprendemos a amarnos. Las heridas que traemos con nosotros desde pequeños nos seguirán acompañando a lo largo de toda nuestra vida si no las tomamos y hacemos algo con ellas.
Vamos a pensar que ya somos adultos, pero estaremos reaccionando siempre desde el niño lastimado. Vamos a vivir pidiendo que nos quieran, que nos cuiden, que no nos dejen, vamos a necesitar que estén pendientes de nosotros para no sentirnos abandonados. Es un camino largo, es cierto. Pero podemos sanar esas heridas y elegir vivir desde el presente, desde este momento y desde este lugar que hoy nos da la vida.
Es muy importante que puedas tomar consciencia de este conflicto, para integrarlo y a partir de entonces, iniciar la búsqueda de su origen.
Nuestro niño interior necesita ser mirado, escuchado, amado y abrazado con nuestra alma entera.
Cómo reconocer las heridas que pudimos sufrir de pequeños y como se manifiestan en nuestro presente adulto?
Herida de traición: cuando el entorno familiar suele mentir reiteradas veces o realizar promesas que no se cumplen jamás. De adulto, puede suceder que ese niño necesite tener siempre el control para asegurarse la lealtad y la sinceridad de quienes lo rodean.
Herida de vergüenza: cuando se hace sentir al niño inferior a los demás, mediante burlas o comentarios hirientes. Luego, podrá ser un adulto absolutamente dependiente de otros, haciendo cualquier cosa para sentirse útil y admitido.
Herida de rechazo: cuando el niño es cuestionado por su cuerpo, sus actitudes, sus formas, sus gustos. De adulto suelen requerir aceptación constante.
Herida de abandono: implica cualquier manera de abandono. Desde dejarlo a cargo de alguien hasta faltarle en los momentos importantes o pequeños. Esa falta puede determinar un adulto que necesita mantenerse en alerta y constante vigilancia para protegerse, para no quedarse solo una vez más.
Herida de injusticia: niños castigados permanentemente o cuestionados en sus actitudes sin explicación alguna; puede generar adultos rígidos, que no pueden negociar, perfeccionistas y sumamente ordenados.
Es muy importante que podamos conectar con ese pequeño que hemos sido, para sanar esas pequeñas o grandes heridas y tener una vida plena. Tomarnos amorosamente como niños, es amarnos profundamente como adultos.
Es muy importante que puedas tomar consciencia de este conflicto, para integrarlo y a partir de entonces, iniciar la búsqueda de su origen.
Recordá siempre que no estamos reemplazando ningún tratamiento psicológico o médico que estés realizando.