Es un trastorno psicológico alimentario determinado por la ingesta exagerada de alimentos para luego devolverlos con vómitos o laxantes. Tiene que ver con un conflicto de identidad y madre tóxica.
Es una constelación de conflicto de irritación territorial (curva menor del estómago, vías biliares y pancreáticas) y conflicto de miedo o angustia en el hemisferio izquierdo (células alfa de los islotes de Langherans). La avidez es consecuencia de un estado permanente de hipoglucemia por falta de glucagón, que es el antagonista de la insulina. La persona constantemente tiene hambre y come sin parar. La corteza territorial derecha del cerebro, que registra las úlceras gástricas, incita el vómito, para que el estómago no absorba esta alimentación enorme.
Se relaciona muchas veces con el destete prematuro. Una pérdida durante la etapa lactante que la madre viva como una separación muy fuerte, una muerte, puede incitar el destete repentino del bebé. También cuando la madre queda embarazada mientras lacta y deja de alimentar al primero para alimentar al segundo, sintiendo que le da al nuevo lo que debía ser del primero. El segundo bebé es el que puede desarrollar la sensación de no ser alimentado, de que la madre no le da alimento suficientemente.
Cuando un niño no quiere comer, siempre es un conflicto con mamá. Hay que preguntar a la mamá qué es lo que no quiere, lo que no digiere. El niño sencillamente manifiesta el síntoma del conflicto de mamá.
Inconscientemente, la hija (muy pocas veces la bulimia se manifiesta en varones) interpreta como tóxico todo lo que procede de la madre. El aporte materno no es lo que la hija quiere o espera; desea seguridad y siente que recibe angustia e inseguridad.